Antonio R. Naranjo
Esto es un hecho: Hace unos años se oía en la Ser a Gabilondo, a mi primo Oliver, a Astasio, a Temprano, a Carmelo, a Manzano o a Velasco. Y ahora no, aunque sólo el último está muerto. Tampoco se oriá más a Paco González, un genio en alpargatas. Importan menos las razones que los efectos: ya no se les oye, aunque eran los más oídos.
La Ser, salvo anuncio de última hora, se dedica a que la escuchen: ergo no son razones profesionales las que explican estas salidas. Llegados a ese punto, es lícito preguntarse a qué se dedica pues la Ser. Ésa es la pregunta que Anido, Rodríguez o Irago deben hacerse. Pensarán que no hace falta, que se responde sola, que siempre hay razones de peso para justificar lo inexplicable, pero están equivocados. Háganse la pregunta, hombre, hágansela, aunque no les guste las respuesta.
Los americanos resumen la vida con una simple frase: "Si no está roto, no lo arregles". Con la modestia, la distancia y tal vez el desconocimiento que otorga la condición de mero colaborador poco querido en la Casa -si acaso es consciente de la existencia de tantas voces pequeñas que tal vez tenemos algún remoto mérito en el éxito de la marca-, me voy a permitir enviar una sugerencia a los siempre receptivos dirigentes de la casa: cuando se olvida un lema, "Pase lo que pase", renace otro más inquitante y "Pasa lo que pasa".
Una cosa es innovar en las madrugadas, y otra hacer 'Hablar por hablar' 24 horas al día.
¡¡Fuera desperdicios!!
Hace 1 año
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